Mujeres super poderosas
Leo artículos sobre mujeres a las que presentan como el ideal femenino del siglo XXI, al menos en Estados Unidos. Una de ellas es Sheryl Sandberg, directora operativa de Facebook a la que ya cito en mi libro. Otra es Marissa Mayer, flamante directora de Yahoo. De esta última se ensalza su enorme autoexigencia, su apego a la rutina, su obsesión por el perfeccionismo… se elogia de ella que duerme 5 horas al día y se la define, también en términos elogiosos, como máquina-viviente.
Me pregunto cuánto hay de envidiable en esa carrera hacia la perfección y el éxito, en esa reducción al mínimo de los espacios para el descanso sosegado, el afecto genuino, la tranquilidad. El ser humano -y la mujer en particular- necesita el contacto con la naturaleza y sus ciclos, acompasarse a unos tiempos y a unos procesos vitales. La cultura de la exigencia es devastadora para la mujer, a la vez que supone una transferencia del modelo masculino que emana del patriarcado.
Ya nadie duda de que estamos sobradamente capacitadas para ocupar puestos al más alto nivel en todos los ámbitos (empresarial, político, judicial, etc.), pero eso no supone que debamos hacerlo como lo hacen la mayoría de los hombres. El desgaste y el precio es excesivo. La felicidad no reside en la acumulación de cosas, títulos, cargos y aplausos externos, sino en la reconexión con los ciclos naturales que están en nuestros cuerpos, en un dejar aflorar el instinto que nos aviva y en la sabiduría ancestral que todas, de manera tenue pero creciente, podemos escuchar en nuestra sangre.
La posibilidad de dicha reconexión acaba siendo remota en el mundo occidental conocido. ¿Y qué lugar ocupa el sexo en todo este ajetreo? Nacidas para el placer pretende llamar la atención a que no nos lo perdamos de nuevo, que éste no quede otra vez al margen de nuestras vidas, como algo disminuido, o dictado por decisiones, imposiciones o regulaciones ajenas a nuestra sociobiología.
Hemos avanzado mucho. Estamos en el umbral de un renacer como mujeres. Resta ahora, evitar extraviarnos en el último tramo del camino. La dificultad actual es que las mujeres disponemos ya de tanto “aprendizaje” y “herencia” que ya nos bastamos solitas para mantenernos en la locura que han supuesto 6.000 años de patriarcado. Impidámoslo.
MIREIA DARDER
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